miércoles, 10 de junio de 2009

La mentira en platón y su influencia en Sociojurídica

Por: María Julia del Carmen Benites Goicochea


“Quien hoy pretenda combatir la mentira y la Ignorancia y escribir la verdad, debe superar, cuando menos cinco dificultades. Debe tener el valor de escribir la verdad, aunque en todas partes la sofoquen; la sagacidad de reconocerla, aunque en todas partes la desfiguren; el arte de hacerla manejable como arma; el juicio de escoger aquellos en cuyas manos resultará más eficaz; la manera de propagarla entre estos.”

Bertold Brecht


indice


introduccion

1. La Mentira y la Verdad

1.1.Verdad

1.2.Mentira (Aristóteles)

1.3.Mentira (María Molier)

1.4.Mentir

2. La Mentira en la Perspectiva Semiótica

3. Mentira y retórica

4. Mentira y Sociedad

5. Platón

6. Conclusiones

7. Bibliografía

ANEXOS


Introduccion

La mentira ha sido, más que un arma, una herramienta en manos de los hombres a cargo de la dirección política y religiosa de las sociedades, sin importar el momento histórico ni el grado de complejidad o desarrollo en que estas se encuentren. En este ensayo trato de hacer un breve recorrido en Platón, destacando de su pensamiento aquellos pasajes en los cuales han tomado alguna posición en relación con el uso de la mentira.


En primer lugar considere este trabajo como inicio de un trabajo mas extenso referido al análisis de la mentira como instrumento de dominación en las sociedades, por lo que la monografía comenzara con una análisis sintáctico de los conceptos, luego compararlo con aspectos filosóficos y luego para pasar al desarrollo de la filosofía de Platón en cuanto al tema de la mentira.



LA MENTIRA EN PLATÓN


1. La Mentira y la Verdad

1.1.Verdad: según Platón es: obrar según la virtud del bien.[1]


1.2.Mentira: Aristóteles distingue dos especies fundamentales de mentira, la jactancia, que consiste en exagerar la verdad, y la ironía, que consiste en disminuirla. Estas son las mentiras que no se refieren, sin embargo, a las relaciones de negocios ni a la justicia: en estos casos, en efecto, no se trata de simples mentiras sino de vicios mas graves (estafas, traición, etcétera).[2]


1.3.Mentira: Cosa que se dice sabiendo que no es verdad, con intención de que sea creída[3].


1.4.Mentir: Decir cosas que no son verdad, para engañar[4].


2. La Mentira en la Perspectiva Semiótica.

La teoría semiótica considera la cultura los procesos culturales como procesos de comunicación. Dicho en palabras de Eco, “la cultura por entero debería estudiarse como un fenómeno de comunicación basado en sistemas de Significación. Lo que significa que no sólo puede estudiarse la cultura de ese modo, sino que, además, solo estudiándola de ese modo pueden esclarecerse sus mecanismos fundamentales[5].


Ahora bien, un “Proceso Comunicativo” no es otra cosa que “el paso de una Señal (...) desde una Fuente, a través de un Transmisor, a lo largo de un Canal, hasta un Destinatario (o punto de destino)[6]. Es, entonces, mediante un proceso de esta clase, como la cultura se transmite, se modifica, se perpetua, etcétera. La comunicación entre seres humanos implica el paso de un mensaje, una información -cualesquiera sea su contenido-, desde una fuente hasta un destinatario. En este proceso los extremos de la cadena -Fuente y Destinatario- son de particular importancia para nuestros propósitos y a ellos nos volveremos a referir adelante cuando entremos de lleno a la aplicación de estos enunciados, por lo pronto bástenos decir que la mentira, (o la verdad, como se prefiera) se transmite a través de un Proceso Comunicativo y es en esa medida que la semiótica se ocupa de ella.


Hasta aquí creo haber dejado claro que la cultura debe estudiarse como un Proceso de Comunicación y en la medida en que en un Proceso de Comunicación lo que se transmiten son “señales” es claro que cualquier clase de mensaje están contemplados en esta categoría.

3. Mentira y retórica.


Si existe una fórmula antigua, y a la vez de utilidad comprobada, de mentir, esa es la Retórica. De ella se ocupó la filosofía clásica, célebres son los escritos de Aristóteles y las discusiones entre Sócrates y los Sofistas al respecto y siguen ocupándose los filósofos y estadistas en la actualidad. La Retórica es considerada como un arte (y una ciencia) destinada a la persuasión “casi corno un engaño sutil”[7], afirma Eco quien distingue claramente entre la retórica clásica y la nueva retórica (Eco. 1978: 193-208; 1988: 393-395) siendo característico de la retórica clásica que la persuasión estaba orientada socialmente, es decir que constituía una forma de razonamiento que no partía de primeros principios incontrovertibles, ni operaba mediante silogismos apodícticos, antes por el contrario se ocupaba de premisas probables, abiertas a la discusión y a la refutación, pero articulaba sus propios silogismos para mover pragmática, emocionalmente, al destinatario; no pretendía únicamente obtener un asentimiento racional, sino también un asentimiento emotivo, es decir que se presentaba como una técnica para subyugar al oyente -destinatario-. Por otra parte la nueva retórica incluye todo tipo de discurso, desde el filosófico hasta el político, de tal manera que “todos los razonamientos humanos sobre hechos, decisiones, creencias, opiniones y valores, ya no se consideran como obedientes a la lógica de una Razón Absoluta, sino que se los ve en su relación mutua con elementos afectivos, valoraciones históricas y motivaciones prácticas.” Esta es una retórica sana, pero no por ello deja de tener aberraciones, como las que originan los llamados discursos ‘ideológicos’, “todas esas formas de propaganda oculta y de persuasión de masas, así como de aserciones más o menos ‘filosóficas’ en que, a partir de premisas probables que definen solo una sección parcial de un campo semántico determinado, se pretende llegar a conclusiones que hay que aceptar como Verdaderas (...), y se presenta el punto de vista propio como el único adoptable. En esos casos carece de importancia el hecho de que la actitud descrita sea aceptada por el emisor de forma deliberada y cínica para engañar al destinatario o el de que constituya, al contrario, un caso de autoilusión y parcialidad inconsciente[8] .



La Retórica, como soporte del discurso ideológico y, consecuentemente, como artilugio usado por los estadistas para mentir, ha tenido vigencia desde el pasado; su actualización solo requiere que analizemos y le añadamos algunas variedades que han surgido con los adelantos de los medios masivos de comunicación, o, como afirma Eco, “(...) hay diversos grados de razonamiento persuasivo. Entre ellos se cuentan una serie de gradaciones que van desde la persuasión honesta y cauta a la persuasión como engaño. O lo que es lo mismo, desde el razonamiento filosófico a las técnicas de propaganda y de la persuasión de masas[9].



4. Mentira y Sociedad


Habiendo hecho las consideraciones anteriores mismas que estimé necesarias por contener elementos que me servirán de partida para sustento de lo que trataré a continuación, entraré a discurrir acerca del papel que ha desempeñado y desempeña aún, la mentira en la conformación de las sociedades que presenta la humanidad, haciendo especial énfasis en las sociedad para Platón.


Hablar y escribir sobre el papel que ha desempeñado la mentira en todos los asuntos referidos a la vida del hombre en sociedad no es nada nuevo. Desde la antigüedad clásica han existido hombres de letras ocupados en referirse a ella y se cuentan muchos casos de sociedades prehispánicas que legislaron al respecto. En todos los momentos de la historia de la humanidad de los que tenemos noticia, bien sea por tradición oral o escrita, ha existido una preocupación, yo diría que natural, por evitar que unos hombres engañen a otros. Ante la imposibilidad de referirme a todos aquellos que han escrito alrededor del tema de la mentira, traeré a colación solamente al filósofo Platón.


5. Platón.


Inicialmente me referiré a Platón (427 – 347 a. De C.), el célebre filósofo ateniense, discípulo de Sócrates, y a La República, obra en la que se refiere a lo que él consideró el “Estado ideal” y cuya elaboración debió ocurrir cuando contaba con aproximadamente 40 años de edad. A pesar de que esta no es la única obra escrita por Platón en la que se refiere a la mentira, si es quizá la que más convenientemente trata sobre el particular, o si no, por lo menos es en la que de manera directa vincula este asunto con los del Estado.


En La Republica Platón concibe un Estado ideal en el que la sociedad está dividida en tres estamentos o clases. La base está constituida por la gente común, esto es, campesinos, artesanos y comerciantes; esta es la clase mayoritaria. Los dos estamentos restantes, conformados por una sensible minoría, son los guerreros y los gobernantes. Un papel muy importante desempeña la educación que habrán de recibir los miembros de las dos clases minoritarias y de manera especial quienes han sido elegidos para desempeñarse como gobernantes. Estos últimos deben recibir una formación especial en ciencias y lógica, con lo cual se espera estén capacitados para desempeñarse como magistrados; los más destacados en esta etapa de su formación recibirán una orientación especial en filosofía, ciencia suprema que los llevará finalmente a formar parte del cuerpo de los filósofos-gobernantes, cuya principal virtud será la sabiduría.


Platón estima que en la educación de quienes serán gobernantes no puede estar presente la mentira, especialmente la contenida en las fábulas, los relatos épicos y los mitos por considerar que en muchos de ellos, especialmente en los poemas homéricos, se concentran grandes mentiras, cuyo conocimiento sería nefasto para la formación de los niños.


Según Platón hay dos clases de narraciones, unas verídicas y otras ficticias, tales como las fábulas, respecto de las cuales afirma que “estas son ficticias por lo regular, aunque haya en ellas algo de verdad[10]. Más adelante escribe que no se debe permitir que “los niños escuchen cualesquiera mitos, forjados por el primero que llegue, y que den cabida en su espíritu a ideas generalmente opuestas a las que creemos necesario que tengan inculcadas al llegar a mayores[11]. Evidentemente su ideal de “Educación para el Estado” concibe una forma especial de control -manipulación- del conocimiento que, aunque orientada a evitar la mentira en la formación de los futuros gobernantes, es mentirosa en la medida en que se hace sobre la base de ocultar un tipo específico de saber “debemos -escribe- vigilar ante todo a los forjadores de mitos y aceptar los creados por ellos cuando estén bien y rechazarlos cuando no; y convencer a las madres y ayas para que cuenten a los niños los mitos autorizados, moldeando de este modo sus almas por medio de fábulas mejor todavía que sus cuerpos con las manos.” [12]



Al referirse a los dioses nuestro filósofo espera que de ellos no se diga sino lo buenos que son, por lo que la imagen que de ellos ha de tener el que se educa para gobernar, solo debe estar conformada por sus virtudes; es por esto que hace referencia a un tipo particular de mentira, de la cual acusa a Hesíodo y Homero, y con ellos los demás poetas: “la mentira indecorosa”, la cual él define como aquella “(en la) Que se da con palabras una falsa imagen de la naturaleza de los dioses y héroes, como un pintor cuyo retrato no presentara la menor similitud con relación al modelo que intentara reproducir[13]



Para evitar que esto ocurra, es necesario recurrir a la mentira o de qué otra manera se explica que Platón enfatice más adelante en que los fundadores de ciudades han de tener especial cuidado en “conocer las líneas generales que deben de seguir en sus mitos los poetas, con el fin de no permitir que se salgan nunca de ellas[14]. ¿No es acaso mentir querer ocultar a los que se educan la naturaleza específica -llena de virtudes y defectos- de unos dioses que su cosmogonía a entronizado desde sus orígenes?. Por otra parte, su deseo de que se eduquen los futuros gobernantes con un conocimiento parcial de sus dioses, que solo permite que se sepa de ellos lo que conviene al “Estado ideal”, me parece que entra en contradicción con lo que afirma posteriormente, cuando dice que “la verdadera mentira, si es lícito emplear esta expresión. es algo odiado por todos los dioses y hombres. (...) nadie quiere ser engañado en la mejor parte de su ser ni con respecto a las cosas más trascendentales; antes bien, no hay nada que más se tema que el tener allí arraigada la falsedad. (...) ser y estar engañado en el alma con respecto a la realidad, y permanecer en la ignorancia, y albergar y tener albergada allí la mentira, es algo que nadie puede soportar de ninguna manera y que detestan sumamente todos cuantos lo sufren. (...) ningún nombre mejor que el de ‘verdadera mentira’... para designar la ignorancia que existe en el alma del engañado[15].



Vemos, pues, en Platón, una visión de la mentira que exhibe dos facetas: por un lado la censura y reprocha, pero por el otro la defiende en bien de la educación para el estado. Por una parte llama la atención acerca del horrible vicio que esta es, pero por otra aconseja, casi que exige, su utilización cuando se trata de educar a la clase gobernante. No es Platón, pese a lo que se desprende de sus primeras apreciaciones, un desconocedor de las virtudes de la mentira cuando están de por medio intereses que rebasan los de los individuos. Así nos lo hace saber al afirmar que “Sí hay, pues, alguien a quien le sea lícito faltar a la verdad, serán los gobernantes de la ciudad que podrán mentir respecto a sus enemigos o conciudadanos en beneficio de la comunidad.[16].



6. Conclusiones


o La mentira en Platón es abordada desde dos puntos de vista en una la condena y en otra la justifica.


o Platón estima que en la educación de quienes serán gobernantes no puede estar presente la mentira, especialmente la contenida en las fábulas, los relatos épicos y los mitos.


o Platón justifica la mentira de un modo piadosa, es decir, querer hacer un bien a los conciudadanos queriendo ocultar la verdad, de alguna manera que sus mentes no se llenen de relatos imaginarios, que eso podría corromper su formación.


o Dentro del análisis político veremos que existe un gran apego a la mentira platónica, pero no con el mismo fin, quizás algunos con el fin de llegar a gobernantes sin tomar importancia en los gobernados pero el filosofo ateniense tiene un fin mucho mas humanístico hacia los gobernados.


7. Bibliografía

1. Abagnano, Nicola. Diccionario de filosofía. Fondo de Cultura Económica. México.1974.

2. Brecht, Bertold. Cinco dificultades para quien escriba la verdad. Editorial Estudios Filosóficos. Barcelona. 1 977.

3. Dynnik, M.A. Historia de la Filosofía. Editorial Grijalbo. Moscú. 1957.

4. Eco, Umberto. La estructura ausente. Introducción a la semiótica. Editorial Lumen. Barcelona. 1978.

5. Eco, Umberto. Tratado de semiótica general. Editorial Lumen. Barcelona. 1988.

6. Guthrie, W. K. C. Historia de la Filosofía Griega. Editorial Gredos. Madrid 1990.

7. Fraile, Guillermo. Historia de la Filosofia. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid 1982

8. José Manuel Pabon y Manuel Fernández Galiano, Platón: La Republica Libro III, TOMO II ,Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1949.

9. Legido Lopez, Marcelino. Bien, Dios, Hombre. Universidad de Salamanca 1964.

10. Moliner, María. Diccionario del uso del Español. 2 Volúmenes. Editorial Gredos. Madrid, 1990.




[1] Abagnano, Nicola. Diccionario de filosofía. Fondo de Cultura Económica. México

[2] Ibíd.

[3] Moliner, María. Diccionario del uso del español. español. 2 Volúmenes. Editorial Gredos. Madrid

[4] Ibíd.
[5] Eco, Umberto. Tratado de semiótica general. Editorial Lumen. Barcelona Pág. 51
[6] Ibíd., Pág. 30
[7] Eco, Umberto. La estructura ausente. Introducción a la semiótica. Editorial Lumen Pag. 194
[8] Eco, Umberto. Tratado de semiótica general. Editorial Lumen. Barcelona Pág. 395
[9] Eco, Umberto. La estructura ausente. Introducción a la semiótica. Editorial Lumen Pag. 194
[10] José Manuel Pabon y Manuel Fernández Galiano, Platón: La Republica Libro II, TOMO I Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1949, Pág. 92
[11] Ibíd.
[12] Ibíd.
[13] Ibíd. 93
[14] José Manuel Pabon y Manuel Fernández Galiano, Platón: La Republica Libro II, TOMO I, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1949, Pág. 94
[15] Ibíd. Pág. 99

[16] José Manuel Pabon y Manuel Fernández Galiano, Platón: La Republica Libro III, TOMO II ,Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1949, Pág. 7

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